Aikido es un arte de defensa personal japonés no violento que nos permite enfrentar el conflicto y la agresión con un espíritu de "protección amorosa", evitando cualquier daño, tanto a nosotros mismos como a quien nos ataca. Los caracteres AI-KI-DO en japonés se traducen como "camino de armonía espiritual".

Kisshomaru Ueshiba, 2o Doshu, ejecutando iriminage Adiferencia de otras artes marciales, las técnicas de Aikido no usan golpes ni patadas, ni tampoco dependen de la fuerza física. Al recibir un ataque, no lo bloqueamos, sino fluimos con él en un movimiento centrado y circular, guiándolo a su conclusión natural. A veces el atacante sale volando por la energía de su propio ataque, otras veces acaba en el piso sin poder moverse por una inmovilización que le aplicamos en su cuerpo.

El entrenamiento en el Aikido es basado en cooperación y apoyo mutuo, por lo tanto no realizamos competencias ni torneos. Buscamos cultivar un ambiente de respeto y amor, tanto entre los practicantes como con el mundo que nos rodea.

Morihei Ueshiba O'Sensei, Fundador de Aikido, ejecutando iriminage La práctica constante de Aikido nos lleva a descubrir e integrarnos cada vez más como seres humanos completos, física, mental y espiritualmente. Hace resurgir a nuestros dones innatos: una vitalidad enorme, una atención aguda, una firmeza de carácter y una gran confianza en nosotros mismos. Además nos enseña a relacionarnos con nuestros compañeros a partir del respeto, la confianza y un apoyo incondicional.

La gente entra al Aikido por distintas razones: defensa personal, ejercicio físico o bien porque le fascina su filosofía. Todos estos son buenos motivos para empezar; sin embargo, muchas veces descubrimos que seguimos practicando por puro encanto y porque ¡se siente tan rico!



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